En medio de la tensión con Estados Unidos, Nicolás Maduro acelera los entrenamientos de la Milicia para mostrar músculo defensivo. Sin embargo, el politólogo Ricardo Sucre advierte que el adiestramiento es más simbólico que real y que el riesgo mayor está en la circulación de armas fuera del control estatal. Este despliegue funciona también como un mensaje hacia la oposición, a la que se le recuerda que cualquier disidencia será vista como una amenaza interna
Por La Hora de Venezuela
En medio de las tensiones crecientes entre Estados Unidos y Venezuela, tras el despliegue militar de la administración de Donald Trump en el Caribe para luchar contra el narcotráfico, Nicolás Maduro convocó a los integrantes de la Milicia, un cuerpo de reservistas integrado por voluntarios, a entrenarse y a activarse para defender al país.
Maduro asegura que existe «capacidad absoluta» para «hacer triunfar la paz en cualquier circunstancia» y para «defenderse de tantas amenazas y guerras psicológicas». Con maniobras públicas y decretos, Caracas busca mostrar músculo frente a lo que considera es una amenaza de invasión extranjera.
«Si Venezuela fuera atacada, pasaríamos inmediatamente a la lucha armada en defensa de nuestro territorio», ha prometido Maduro.
El politólogo Ricardo Sucre expone que pese al escenario y las declaraciones de Maduro, las autoridades pueden ofrecer «un entrenamiento muy básico. No un adiestramiento completo, sino que te acerca a lo que es el manejo de armas o lo que es la posibilidad de un entrenamiento más profundo. Pero en las circunstancias actuales, es más un gesto que una preparación real» y enfatiza que «para el tiempo, no es un adiestramiento adecuado».
En ese mismo sentido, considera que la estrategia oficial tiene fines disuasorios y de control interno más que una preparación militar real. «La génesis del ejército moderno es el pueblo en armas, porque nace con el Estado nación. En términos ideales, un país lo puede hacer (…), pero en el caso venezolano no se da el ideal porque es una situación sobrevenida», advierte.

El especialista explica esas dos razones de la movilización y capacitación de los civiles:
- Disuasión frente a Washington: Se le recuerda que «aquí el ejército es todo el mundo» y que aunque puedan atacar al alto mando, en el país hay una población armada. «El mensaje es claro: pueden invadir Venezuela, es fácil entrar, va a ser difícil salir», como ha dicho Diosdado Cabello. Con esta idea, Sucre indica que desde el país se le recuerda a EEUU que puede ganar una guerra convencional, pero no una asimétrica.
- Internalizar la amenaza: Para el especialista, el gobierno busca que su base chavista asuma la posibilidad de un ataque real por parte de EEUU y legitime medidas excepcionales como el decreto de estado de conmoción, que de acuerdo con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, está listo para tiempos de guerra, pese a que no se ha mostrado públicamente.
La Milicia y un conflicto real
Maduro ha denunciado que ocho barcos militares estadounidenses, 1.200 misiles y un submarino nuclear apuntan hacia el país y dijo: «Es la más grande amenaza que se ha visto en el continente en los últimos cien años» y añadió es una «amenaza extravagante, injustificada, inmoral y absolutamente criminal, sangrienta».
Como respuesta a estas acciones, se desplegaron tropas a lo largo de las fronteras y se hizo un llamado a los civiles para unirse a la Milicia y defender la nación. De acuerdo con los cálculos oficiales, hay más de ocho millones de milicianos y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, asegura que «más de 60% están entrenados». Igualmente, explica que la Fuerza Armada Nacional y la Milicia se complementan, no solo para completar plazas, sino «para actuar en misiones específicas».
Sucre desestima la cifra de milicianos, pues cree que «está inflada», pero coincide en el último aspecto mencionado por Padrino sobre «una división del trabajo»; desde la perspectiva del especialista, las Fuerzas Armadas se encargarían de la detección e interceptación aérea con sistemas como el Comando de Defensa Aeroespacial Integral de Venezuela (Codai), las Unidades de Reacción Rápida (URRA) ejecutarían operaciones de protección de infraestructuras, infiltraciones y operaciones comandos y la Milicia actuaría como un ejército de resistencia interna, desplegado en todo el territorio.
«Estados Unidos puede ganar una guerra convencional, con tanques y aviones; pero tiene una debilidad en guerras asimétricas, urbanas, donde se enfrenta a poblaciones armadas. El ejemplo es Vietnam o Afganistán. Eso es lo que intenta recordar el chavismo», argumenta el experto.

Ricardo Sucre también recuerda que recientemente el gobierno incrementó las Áreas de Defensa Integral (ADIS) de 99 a 335, como parte de un esquema que busca dispersar el poder militar en unidades pequeñas capaces de operar como guerrillas en todo el país.
En relación con el papel efectivo de la Milicia en caso de un ataque real por parte de Estados Unidos en territorio venezolano, el politólogo insiste en que su función va a ser disuasorio, para que «EEUU diga: ‘Eso es un gentío, allí hay un gentío'» y añade que ve su desempeño al agotarse las fuerzas convencionales para «al menos hacerles más difícil el trabajo de tomar el terreno».
Un mensaje político
«También hay un mensaje disuasorio hacia la oposición», afirma el experto en relación con el despliegue de equipos militares en las calles y los entrenamientos de los milicianos: «Son señales hacia adentro», enfatiza, pese a que reconoce que en la actualidad, los contrincantes de Maduro «no tienen capacidad para poder hacer cosas porque no tienen capacidad de movilización y de desafiar al gobierno» y porque cree que el miedo ya se instauró en la sociedad, tras la represión posterior a las elecciones presidenciales del año pasado.
El ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, advirtió: «Quien se oponga a que Venezuela sea defendida como sea y a la hora que sea está en estado general de sospecha» y con frecuencia insinúa que si el país es atacado, irán contra quienes han pedido esa embestida. «Yo creo que el mensaje de la movilización de la Milicia, los simulacros, realmente es hacia los Estados Unidos; no hacia la oposición», enfatiza Sucre, pero reconoce que también significa: «No queremos bochinche».
En su análisis, explica que la estrategia de la administración de Maduro busca instalar la idea de que una intervención en Venezuela no sería «un nuevo Panamá», sino un escenario de largo aliento: «Por eso el gobierno dice: Venezuela con la V de Vietnam. Lo que quieren es que Washington entienda que abrir esa caja de Pandora puede convertirse en un conflicto regional».
Por otra parte, el politólogo reconoce que existe un riesgo al promover la figura de civiles-combatientes-armados (Milicia) en un país sin tradición de armamento en manos de privados: «Las armas pueden terminar en manos de grupos irregulares».
«Normalmente, las armas están en los cuarteles y son los profesionales quienes las usan. Aquí el gobierno ha tomado precauciones, los fusiles en entrenamientos no tienen cacerina; pero en caso de un conflicto, esas armas pueden terminar en manos de grupos delincuenciales», sentencia.
Ricardo Sucre alerta que de llegarse a dar una escalada en el conflicto entre ambas naciones, donde el armamento circule fuera del control estatal, podría repetirse la historia de pequeñas guerrillas o incluso potenciar bandas criminales: «Muchas de esas armas pueden no terminar en la defensa y sí alimentar la violencia malandra, porque es algo histórico en Venezuela», señala.
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