Una sala de redacción para Venezuela [Caracas Chronicles]

La sala de redacción más importante del país se maneja desde mesas de cocina y salas de apartamentos a lo largo de muchos países, para combatir la violencia de Estado y la falta de financiamiento para el periodismo independiente

Raúl Stolk, Director general en Caracas Chronicles

Como en todas partes del mundo, los grandes medios tradicionales de Venezuela pertenecían a cuatro o cinco grupos familiares adinerados que surfearon un siglo en el que lo que se llamaba colectivamente “los medios” era buen negocio. A medida que el tumbao autocrático de Hugo Chávez se fue haciendo más evidente y que los ingresos por publicidad comenzaron a menguar, se hizo evidente que el negocio de medios no iba a ser tan interesante en el nuevo milenio. Además, obtener ganancias a punta de suscripciones se hizo más difícil. A la gente parecía habérsele olvidado que siempre había pagado por tener noticias.

Los grandes conglomerados suelen tener diversas líneas de negocios, pero al final todos ellos se alinean detrás de un único incentivo: la rentabilidad. Lo cual está muy bien; a nosotros nos encanta la rentabilidad. ¿A quién no? El detalle es que a veces la rentabilidad se atraviesa en el camino del servicio. Servicio en términos de lo que el periodismo es, o debe ser, en Venezuela. Una necesidad que requiere un compromiso por la independencia para poder buscar y decir la verdad. En otras palabras, se parece mucho a un servicio público esencial, casi como el agua o la luz.

En muchos países, los gobiernos son una fuente clave de financiamiento para los medios, vía subvenciones, becas o premios, más comúnmente vía inversión publicitaria y suscripciones. Si se hace difícil hacer negocios con el gobierno, que usualmente es el cliente más deseado (en cualquier industria), o hacerlos con cualquiera en el país, sin duda es un impedimento mayor cuando tu motivación principal es ser rentable.

El periodismo digital fue un arma de doble filo, por un lado fue letal para el modelo de medios existente y por otro incrementó la capacidad de acceso al contenido. En la década de 2010, Venezuela ya llevaba tiempo en el camino a la digitalización de los medios, claro que no por las razones que quisiéramos, sino porque el periodismo fue obligado a migrar a internet desde una época muy temprana.

Desarmando el ecosistema de medios

El desmantelamiento de los medios tradicionales en Venezuela fue brutal y sumamente creativo. Desde el momento en que Chávez empezó a sentirse amenazado por la prensa, el tono cambió, y desató una campaña de censura dirigida por CONATEL—cuando la dirigía Diosdado Cabello. Pero censurar no era suficiente. Al final, la urgencia de contar lo que estaba pasando en el país se abría paso por las costuras del sistema, y cada noticia que disgustaba al gobierno fue usada como un ladrillo en la construcción de la “hegemonía comunicacional” del chavismo. El gobierno necesitaba asegurar el control de los medios.

Había que darles un escarmiento. En 2007, cuando CONATEL se negó a renovar la concesión de transmisión de RCTV, la televisora privada activa más antigua, el gobierno pudo hacerle ver a todos lo que estaba dispuesto a hacer si no le obedecían. La advertencia funcionó para algunos, como los canales Venevisión y Televen, que sobrevivieron a costa de conformarse con un contenido mustio y aburrido. La censura es aburrida por definición.

A otros les tocó escuchar ofertas que no podían rechazar (algunas de ellas porque eran demasiado buenas como para hacerlo). Al mismo tiempo que Jeff Bezos compraba The Washington Post y enfocaba el negocio en suscripciones digitales, el grupo de medios venezolano Cadena Capriles se estaba vendiendo por un precio similar a unos negociantes afines al chavismo. Es un buen indicador: ambos fueron vendidos en 2013, casi al mismo tiempo que la televisora Globovisión y el diario El Universal pasaban a manos de testaferros de intereses chavistas, que acabaron con lo que esas empresas alguna vez fueron.

Hasta qué punto la venta de esos medios se hizo a punta de pistola es algo que no está claro, pero no hay dudas de que los antiguos dueños dejaron sus oficinas con un buen cheque en la mano. En una economía como la de Venezuela, quien controla el cambio de moneda cuenta con recursos ilimitados, a expensas de la nación. La historia de cómo se compraron esos medios daría para tremendos trabajos de investigación.

Pero no todos los medios tuvieron esa suerte. El Nacional, uno de los diarios más antiguos, fue asfixiado con restricciones para importar papel y el acoso indetenible del gobierno. Al final, tras una absurda decisión de un tribunal, la sala de redacción y la imprenta de El Nacional terminaron en manos de Diosdado Cabello, y hoy la vieja sede de ese periódico alberga una granja de desinformación chavista.

Cientos de emisoras de radio fueron cerradas o intervenidas por el gobierno, y distintos medios regionales sufrieron un fin parecido. Para ponerlo en perspectiva, 400 medios—impresos, de radio, TV o digitales—han sido cerrados por el gobierno en los últimos 20  años, según Espacio Público, una ONG que promueve y defiende la libertad de expresión en el país.

Una tierra arrasada, un desierto informativo. Salvo por…

El apocalipsis mediático borró una industria que había durado décadas y dejó cientos de periodistas sin trabajo o tomando la dura decisión de sumarse al aparato de propaganda chavista a cambio de un sueldo de hambre. Pero había otro camino, como suele pasar. Apenas comenzó la agonía de los medios tradicionales, más de una docena de medios independientes construidos por periodistas empezaron a brotar por todos lados. Era la resistencia a la hegemonía comunicacional de Chávez.

Estas pequeñas organizaciones han mantenido al periodismo venezolano con vida durante más de una década. Una década en la cual han tenido que pelear con los dientes para sobrevivir. No sólo por la guerra abierta que desató en su contra Nicolás Maduro, sino también por la debilidad de un modelo de negocios que ya no sirve y de una industria que ha visto sus recursos evaporarse por todos los lados que te puedas imaginar. No es que la gente esté muy dada a pagar por noticias ahora, y de paso la publicidad se fue a las manos de los influencers en las redes sociales, y ahora también, como parece ser, el financiamiento internacional.

Debido a su pequeño tamaño, a lo limitados que son sus recursos y al acoso constante de Maduro&Co., la mayoría de estos medios formaron alianzas entre sí para emprender distintos proyectos, que van desde fact checking hasta complejas investigaciones que desafían la autocracia de Maduro. Por ejemplo, para las elecciones del 28 de julio de 2024, nos unimos en Venezuela Vota y La Hora De Venezuela para cubrir los comicios (y la represión que les siguió), y creamos Operación Retuit, un proyecto de IA enfocado a proteger las identidades de reporteros en el terreno con avatares ficticios. Un proyecto en que estuvieron involucrados más de una docena de medios y alrededor de 235 personas. Y ese proyecto acaba de recibir el Premio Rey de España en Madrid.

De una de estas alianzas salió nuestra Vaca Mediática (What is a Vaca Mediática?). Quince medios independientes nos juntamos para crear conciencia y recoger fondos para el periodismo venezolano. Estas quince organizaciones reúnen a 138 profesionales profundamente comprometidos con seguir trabajando. 138 personas que dan mucho más de lo que reciben.

Las salas de redacción más importantes de Venezuela funcionan desde mesas de cocina y salas de estar repartidas por todo el mundo.

Desde un punto de vista más personal, lo que he visto desde el año pasado es a un grupo de periodistas con un profundo compromiso con lo que hacen. Una intensa comprensión de lo que es el periodismo, y un impulso que va mucho más allá de lo que requiere un trabajo de 9 a 5. Esto es otra cosa. Son los niveles de servicio de un samurai. No dudan. Son gente que decidió contar historias sin parar, y no por su propio beneficio. Gente que disfruta su trabajo: averiguar, investigar, comprobar, entrevistar personas, escribir, contrastar, y mucho más. He visto compañerismo y compasión.

Una sincronicidad que sólo se logra luego de años trabajando juntos, o conociéndose. Como de hecho han hecho y hacen todavía. Estos distintos medios fueron fundados por colegas que se cruzaron en los pasillos de diarios, revistas y emisoras, como jefes y reporteros y editores y pasantes. En las aulas como profesores y alumnos. En radios que competían entre sí o dándose codazos en las ruedas de prensa o compitiendo para ver quién publicaba primero.

Esto es periodismo independiente de verdad, porque no estamos hablando sólo de medios que no están afiliados con el gobierno, con agendas políticas o con partidos, sino que además están desconectados de intereses de negocios con los que su vocación de servicio podría entrar en conflicto.

La atomización de la industria mediática de Venezuela puede ser vista de muchas maneras. Podemos decir que el periodismo venezolano se está muriendo. Que esto que tenemos son patadas de ahogado. Que estos pequeños medios son los restos de lo que fue una tremenda industria. Pero también lo podemos ver como lo que es: una coalición de tamaño medio muy decente, con cientos de personas comprometidas con contarte la verdad. Gente con la capacidad de contar la historia de lo que está pasando en el país. La sala de redacción más importante de Venezuela trabaja desde mesas de cocina y salas de apartamentos regadas por todo el mundo.

Todavía puedes hacer una donación a la Vaca Mediática haciendo clic aquí. Es una buena manera de apoyar a un periodismo independiente bastante variado. Sólo dale un vistazo a este catálogo de medios:

  1. Arepita: un medio basado en boletines que conecta de forma creativa con Venezuela.
  2. Caracas Chronicles: noticias, opinión y análisis sobre Venezuela en inglés, fundada en 2002.
  3. Cazadores de Fake News: organización de investigación digital enfocada en combatir la desinformación.
  4. Efecto Cocuyo: medio que informa, educa y conecta con periodismo que ilumina.
  5. El Pitazo: medio de noticias e investigación fundado en 2014.
  6. IPYS: Instituto Prensa y Sociedad, que investiga y defiende la libertad de expresión.
  7. La Vida de Nos: medio especializado en periodismo narrativo, fundado en 2017.
  8. Medianálisis: organización que promueve el periodismo independiente en Venezuela.
  9. Monitor de Víctimas: observatorio de violencia que hace periodismo de investigación y de datos.
  10. Noticias sin filtro: aplicación para leer noticias evadiendo la censura sin VPN.
  11. Probox: organización dedicada a identificar, analizar y contrarrestar operaciones de desinformación en internet.
  12. ReporteYA: red pionera de periodismo ciudadano y alfabetización digital.
  13. Runrunes: periodismo de investigación de profundidad con foco en derechos humanos.
  14. Servicio de información pública: un medio que distribuye reportes en audio por WhatsApp y Telegram.
  15. TalCual: medio que lleva 25 años publicando noticias, análisis y opinión, fundado por el legendario político Teodoro Petkoff.

Hoy, el periodismo no es rentable. Pero trabajamos sin descanso en buscar la manera de hacerlo sostenible. Únete al esfuerzo.


Este artículo se publicó originalmente en inglés en Caracas Chronicles.

Cazadores de Fake News investiga a detalle cada caso, mediante la búsqueda y el hallazgo de evidencias forenses digitales en fuentes abiertas. En algunos casos, se usan datos no disponibles en fuentes abiertas con el objetivo de reorientar las investigaciones o recolectar más evidencias.

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