Lo que sabemos sobre el “rechazo” a Juan Guaidó durante un conversatorio en Washington D. C.

Una organización norteamericana con vínculos históricos con el gobierno de Venezuela interrumpió un evento con consignas en contra del líder opositor. Fue una actividad de propaganda nada espontánea.

Un pequeño grupo de manifestantes aliados al gobierno de Maduro interrumpió la participación de Juan Guaidó en el conversatorio “La batalla por la democracia en Venezuela” que se realizaba en el Wilson Center en Washington D. C. el pasado 3 de mayo, mientras que el aparato de propaganda venezolano amplificó la narrativa engañosa de que lo sucedido era una manifestación de rechazo del “pueblo de Estados Unidos” en contra de Guaidó.

Los manifestantes, que en su mayoría pertenecen a la organización norteamericana Code Pink, fueron quienes rechazaron la presencia de Guaidó, portando carteles y gritando consignas como “mentiroso”, “criminal”, “levanten las sanciones” y calificándolo como un “falso presidente” y el “responsable de pedir la intervención militar (a Venezuela) en contra de su mismo pueblo”.

Entre algunos miembros de Code Pink presentes en el lugar, destacan Leonardo Flores (delegado), Michelle Ellner (coordinadora de la campaña de América Latina), Samantha Wherry y el activista Tighe Berry.

Integrantes de Code Pink formaron parte del llamado “colectivo de protección de la embajada” involucrado en la toma de la Embajada de Venezuela en Washington D. C. el 24 de abril de 2019, cuando los últimos diplomáticos chavistas abandonaron el inmueble. Una fotografía tomada en el interior de la embajada evidencia que Leonardo Flores, al igual que Medea Benjamin (cofundadora de Code Pink) fueron dos de las personas que hicieron turnos nocturnos, junto a otros simpatizantes chavistas, mientras la embajada estuvo ocupada:

El “colectivo de protección de la embajada” permaneció en el lugar hasta el 16 de mayo del mismo año, cuando fue recuperado por la misión diplomática del gobierno interino de Juan Guaidó, encabezada por el Embajador Carlos Vecchio:

https://twitter.com/BarbaraUSanz/status/1129046309074284545

A pesar de todos estos antecedentes, medios oficialistas y cuentas de influenciadores en redes sociales cercanas al gobierno de Maduro se refirieron al ataque contra Juan Guaidó acontecido en el Wilson Center como una muestra del “rechazo del pueblo de Estados Unidos” representado por “un grupo de activistas norteamericanos” sugiriendo, engañosamente, que se trató de una manifestación espontánea y no parte de una táctica propagandística accionada como parte de una operación de influencia a favor de las narrativas del oficialismo venezolano.

Tweets publicados por cuentas vinculadas con redes de desinformación y propaganda venezolanas

¿Activistas estadounidenses espontáneos?

En uno de los videos grabados luego del incidente, un activista de nombre Tighe Berry declaró que fue una de las “muchas personas” que se levantaron para interrumpir la charla de Guaidó, sin mencionar que es uno de los voceros de Code Pink que permaneció en la embajada de Venezuela en Washington D. C. luego de la salida de los últimos miembros del cuerpo diplomático chavista.

Adicionalmente, en una nota de prensa publicada en la página web de Code Pink, confirma que entre los manifestantes que interrumpieron en el conversatorio de Guaidó se encontraban Leonardo Flores, Samantha Wherry y Michelle Ellner, todos relacionados con la misma organización.

“El miembro de CODEPINK, Leonardo Flores, se puso de pie llamando a Guaidó el “presidente títere” instalado de Venezuela, mientras que las activistas de CODEPINK, Samantha Wherry y Michelle Ellner, subieron al escenario para protestar”.

Code Pink

Según la base de datos de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA), que centraliza los datos de personas, instituciones y financiamientos de operaciones de gobiernos extranjeros en Estados Unidos, una persona con el nombre Leonardo Flores, el mismo nombre del líder del acto de rechazo en contra de Juan Guaidó en el Wilson Center, estuvo registrado como agente del gobierno de Nicolás Maduro, adscrito a la Embajada de Venezuela en Washington D. C. desde el 15 de diciembre de 2018 —antes de la salida de los últimos diplomáticos chavistas de la embajada— hasta el 31 de julio de 2019, poco después de la entrada del equipo diplomático enviado por Juan Guaidó a la sede de la Embajada de Venezuela en Washington D. C.

De acuerdo con lo indicado en el documento de registro No. 6613, un documento público disponible en la base de datos en la página fara.gov, Leonardo Flores fue registrado como un agente que llevaría a cabo actividades en los Estados Unidos en nombre del gobierno bolivariano, siendo el último lobbista con vínculos con el chavismo registrado. En el documento Flores aseguró que en ese momento era un “empleado local de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela” y que no cobraría ni recibiría honorarios ni gastos adicionales “aparte del salario mensual regular que recibo como empleado local de la embajada“.

Captura del documento de registro de Leonardo Flores en la base de datos del Registro de Agentes Extranjeros (fara.gov)

En el mismo documento, el funcionario registrante de Flores fue Lissett (Margarita) Hernández y para entonces Encargada de Negocios Ad Interim del Gobierno de Nicolás Maduro en Estados Unidos. Hernández abandonó Estados Unidos después de que Nicolás Maduro rompiera relaciones con Donald Trump, el 23 de enero de 2019. Posteriormente, fue acreditada por Jorge Arreaza como cónsul en Istambul, Turquía, lugar en el que reside actualmente.

Hernández es ex esposa de Eliézer Otaiza, ex Director General del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) asesinado en 2014.

Por su parte, según su perfil en LinkedIn, Michell Ellner es una exbecaria de Fundayacucho que, antes de unirse a Code Pink, formó parte del Frente Bolivariano Peumayén, “un movimiento de militancia política internacional y de solidaridad con la Revolución Bolivariana” integrado por ex becarios de Fundayacucho, becarios activos, estudiantes de pregrado y servidores públicos.

Ellner también fue la directora del Despacho del Alcalde de Puerto La Cruz durante la gestión de Magglio Ordóñez y tiene una relación familiar con el actual ministro del Poder Popular para las Comunas y Movimientos Sociales, Jorge Arreaza, como se evidencia en una publicación en su cuenta de Instagram en la que lo felicita pocos días después de haber sido nombrado con ese cargo.

Arreaza fue canciller venezolano entre agosto de 2017 y agosto de 2021, antes, durante y después de que Code Pink y otros colectivos pro chavistas ocuparan la embajada.

Captura de una publicación en la cuenta de Instagram de Michelle Ellener en la que felicita a su “compadre” Jorge Arreaza, fechada pocos días después de su nombramiento como Ministro para las Comunas y Movimientos Sociales

Medea Benjamín, una de las cofundadoras de Code Pink, portando una pancarta con el texto “no al golpe en Venezuela”, había interrumpido otra conferencia de Carlos Vecchio en 2019 —a nombre del recién instaurado Gobierno Interino— clamando que no representaba a Venezuela.

Benjamin también figura como cofundadora de Global Exchange una organización de derechos humanos responsable de varias protestas alrededor del mundo, cuya directora de Economía Global, Deborah James fue la primera directora de la antigua Oficina de Información de Venezuela (VIO, por sus siglas en Inglés), una oficina de cabildeo a favor del gobierno de Hugo Chávez que operó en Washington D. C. hasta febrero de 2004 y que posteriormente tuvo varios spin-offs o resurgimientos como Latin American Information Office (LAIO).

Ambas fueron organizaciones de cabildeo del gobierno bolivariano y están registradas en la base de datos del Registro de Agentes Extranjeros de Estados Unidos.

“Como ciudadanos estadounidenses, debemos garantizar que nuestro gobierno respete la soberanía de las democracias extranjeras”.

Venezuela Information Office (VIO)

Venezuela Information Office: ¿estadounidenses independientes?

“Global Exchange, con mucha experiencia en protestas y agitación por diversas causas sociales en Estados Unidos, fue contactada por la Embajada de Venezuela para la creación de la VIO”.

C-Informa

Los supuestos activistas “independientes” que formaban parte de la VIO tenían como objetivo refutar las informaciones que no eran favorables a las narrativas del Gobierno Bolivariano a través de correos electrónicos, derechos a réplica, cartas al editor y productos informativos propios. A veces, sus pruebas eran simplemente afirmaciones en contra. La oficina era, sencillamente, un agente extranjero impulsando una operación de lobby (cabildeo) a favor del gobierno de Hugo Chávez en Estados Unidos.

“El personal de VIO está compuesto por seis profesionales estadounidenses y venezolanos que ganaron entre 3.000 y 5.300 USD mensuales en 2003-2004”.

El Universal

Pero el dinero que financiaba las operaciones de VIO provenía de la Embajada de Venezuela en Washington D. C.

“El financiamiento de la Oficina proviene de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Washington. En 2003-2004 se asignaron más de USD 400.000. VIO cerró repentinamente a fines de febrero de 2004 y volvió a abrir unos meses después con un nuevo presupuesto de USD 660.000”.

El Universal

Además, esta Venezuela Information Office está incluida en la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA) por realizar actividades de cabildeo a favor o en nombre de un gobierno extranjero dentro del territorio de Estados Unidos.

“Todas las empresas extranjeras que actúan en nombre de un gobierno extranjero y son pagadas por él deben registrarse allí. El expediente también establece que las actividades de VIO son de “naturaleza política”.

El Universal

Aunque en la actualidad algunos integrantes de movimientos de izquierda como Code Pink con vínculos históricos con el chavismo intentan presentarse como activistas “espontáneos” o simples ciudadanos norteamericanos, las evidencias indican que participan en una operación de influencia a favor del gobierno venezolano muy similar a las actividades de cabildeo que hace 10 años —de forma mucho más abierta y transparente, por exigencias del gobierno de Estados Unidos— eran dirigidas desde las extintas VIO y LAIO.


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